La noche esta vez tiene el mismo color que una rata gigantesca que vi cruzando la pista parchada del Jirón Manuel Bonilla. Cielo gris por obra y gracia de mil nubes que se empecinan en borrar las estrellas que podríamos ver si estuviéramos en otro lugar y no en Lima. Y aquí en Lima, estoy lista y dispuesta a vivir segundo a segundo un fin de semana de juerga en el distrito más turístico de la capital.
Para quienes lo pidieron, aquí está: el backstage de las noches calientes de Miraflores:
PERDIDA EN EL ESPACIO
M is amigos saben bien que por la naturaleza de mi trabajo, no pueden contar conmigo en los feriados en los que la mayoría de gente sale de campamento o de viaje. Desde hace dos años, la cosa es más freak: Justamente los fines de semana, mientras otros se divierten de lo lindo yo estoy revisando las imágenes del reportaje de la semana, escribiendo el texto o editándolo. Viernes y sábados casi siempre estoy ocupada, a excepción de los fines de semana en los que hago cuestión de estado y sacrifico el jueves para asegurar un momento de relax junto a la gente "normal".
La larga introducción sirve para explicar que desde hace mucho tiempo no soy de las que sabe cuál es el point de moda y los nuevos huecos para tomarse un trago y vacilarse a morir. Por eso cuando propuse el tema de las noches de juerga miraflorina tenía como refuerzo mi inmensa curiosidad por saber como estaba la cosa por este distrito que siempre se reinventa para no perder visitantes.
Me animó también un correo de Andrés Mercado, un chico entusiasta que acaba de poner una
página web sobre la movida nocturna y encontró mi
post sobre los sandwichs. Encontré en esta site una serie de lugares nuevos que me llamaron la atención y le propuse a Andrés ser mi guía. Aceptó gustoso.
¿RABO DE PAJA?
El miércoles por la noche hicimos un recorrido previo del cuál puedo rescatar como anécdota la cara de confusión y miedo de los administradores de la discoteca Barza Extreme. Les expliqué el propósito de la crónica y a continuación me vi invadida por miles de peros, absurdas exigencias como una relación minuciosa de los locales que iban a salir en el reportaje (¿qué cosa?) y miles de bla, bla, bla que al final me dejaron con la sensación de que la inseguridad de esos señores se debía a algo más... raro. Dizque estaban temerosos por anteriores malas experiencias, pero bueno, cuando uno es transparente como yo, no entiende el exceso de miedo y le parece estúpido que al día siguiente se hallan tomado la molestia de llamar a una discoteca a donde si llegué a grabar. Llamaron para atermorizar al dueño, inventaron de la manera más sucia que yo andaba engañando a los propietarios de los locales y que, en realidad, iba a hacer un reportaje sobre drogas en Miraflores...¿Drogas?... si, pues fueron ellos mismos los que mencionaron la palabrita esa y además pretendían cerrarme puertas de otros locales.. Sospechoso, por decir lo menos...
En fin... La hora de grabar llegó con la auspiciosa víspera de feriado, lo que me permitió encontrar bastante gente con ganas de baile y trago.
HEY BABY, WHAT´S YOUR SIGN?
Mi primer punto fue el
Flying Dog, en Diez Canseco. Simpático bar para gringos cuya principal debilidad es tener poquísimo espacio, pero a los entusiastas concurrentes, poco les importa. En realidad el lugar tiene su personalidad. Está decorado por banderas de muchos países, motivos relacionados a los toros y los recuerdos que los concurrentes dejan después de una larga noche: condones, brassieres, mechones de cabello, boxers y muchos souvenirs más cuelgan del techo, mientras, un metro más abajo, norteamericanos, europeos, peruanos y unas cuantas odiosas bricheras, de esas que no faltan, se toman unas cervezas o quizás un shot de pisco macerado con hoja de coca. En la vitrina, tapas tentadoras y algo que llama la atención: suspiros a la limeña que según Sandra, la administradora, suelen pedirse incluso a las cuatro de la mañana... Curioso ver a gringos extasiados por los efectos del coca sour y a otros dispuestos a ligarte al segundo de verte:
(Tipo en los finales de sus cuarenta, camisa roja que combina con sus mejillas encendidas por efectos del whisky que lleva en la mano).
-You are a beatiful woman, i´m James, nice to meet you. Do you know a place where to find more beatiful women like you?.. Maybe you can take me there...
Lo dijo todo seguidito, apabullante el hombre... Al final de su rollo le dije que sorry, que estoy chambeando.. Pero en realidad ni fuera del trabajo, en fin.
PÁSAME LA BOTELLA...
Mi siguiente visita fue a la Discotea Épica, en donde anunciaban una movida fiesta de fin de ciclo para universitarios. Quienes pudieron ver el reportaje habrán notado que aquella si era una fiesta con mucho movimiento, el pretexto para la catársis de unos 200 chicos (o quizás más) con ganas de liberar el stress que les causaron los finales. El éxtasis que algunos vivían meneándose al ritmo de Daddy Yankee no sólo se debía a la cerveza de siempre, sino también a una cosa llamada "Bomba", supuestamente hecha de Vodka, granadina y algún ingrediente secreto que a quienes toman la bebida no les importa averiguar. Este enigma de alcohol etílico se vende en una especie de balde con cinco o más cañitas, de tal forma que se convierta luego en un placer colectivo.
Este es también el trago que las bailarinas de Axe y las "Chicas y chicos coyote" reparten en pleno show de baile y semi strip. No es difícil adivinar los efectos de esa combinación que anima los sentidos de los concurrentes: alcohol, baile y un poco de calateo. Resultados: chicos embobados y chicas que deciden arranques de audacia, como una por allí en pleno cumpleaños, quien decidió que su regalo era besar a uno de los bailarines y disfrutar con él algunos roces que hasta ruborizaron a mi pobre editor. Como no trabajo en Play Boy TV, aquellas tomas fueron censuradas. Y bueno, aquí descubrí también que está creciendo la tendencia de las chiquillas a llamar la atención sugiriendo movimientos eróticos entre ellas, mismas Tres Gracias de Rubens, pero en jeans y al ritmo del reggaeton. Nota aparte merece Mario Bedoya, propietario de lugar, quien transmite la fiesta en vivo, por Radio Miraflores y pasea su humanidad de más de cien kilogramos entre los clientes más pilas, a quienes pregunta si son "peligrosos" o "angelitos".
LA CORTE DE LA CHELA
Mi próximo destino estaba en el jirón Tarata, justo a la espalda del nuevo Metro está El Palacio de la Cerveza. Cuando pisé el lugar me di cuenta que aquí el concepto de juerga se escribe con una dosis mayor de salsa, lo que hace que sus concurrentes sean diferentes a los chiquillos de Épica. Aunque no encontré a ninguno, dicen que es uno de los lugares favoritos de esos que se dicen futbolistas en este país. Lo que si vi fueron empleados de todos los casinos y hoteles de los alrededores y unas cuantas parejas de cuarentones y hasta cincuentones divirtiéndose de lo lindo, mientras los más jóvenes rompían vasos, emocionados por la presencia de una cámara de televisión. -Mírenme, me estoy divirtiéndo-- decían aquellos rostros extasiados.
UN TRAGO MÁS QUE IMPORTA
La jornada siguió por los bares: En Bonilla la cosa está baja porque a la Municipalidad justo se le ocurrió cerrar la calle y construir un paseo peatonal, cuando faltan unos cuantos meses para las elecciones. Sin embargo, me di un breve paseo por el Bobo Bar para probar un Martini de Pera y ciruelas que me pareció espectacular en su ambiente de luces rojas donde generalmente se espera música electrónica, a menos que los concurrentes terminen por imponer el pop y ...oh no, otra vez... el reggaeton. A la salida, la famosa rata de la que hablo al inicio del post, cruza la calle. Es hora de partir.
COMO PARA PASARLA TRANQUI
Otros dos huecos llamaron luego mi atención: El Bar Bar de la calle Grau, por la cinco de Pardo sirve muchas variedades de una riquísima cerveza alemana llamada Erdinger, hecha a base de trigo y servida por Franz, dueño y gran conversador. El otro lugar fue el Parribar del Pasaje El Suche, donde se combinan deliciosas parrillas con música en vivo. La noche termina aquí con improvisación de entusiastas concurrentes, acompañados por el simpático dueño, quien además de músico es comunicador. Nito Mestre y el Flaco Spinetta pasaron por allí cuando estuvieron en Lima y seguro que lo disfrutaron.
FRUSTRACIONES
No haber tenido tiempo para ir a otros lugares interesantes como: El Noxis, de Bonilla, un simpático bar open (apto para los de ambiente y los que no lo son). El Libar y el Freak Bar, ambos de El Suche: así como el Zarco Bar, que queda en la calle Figari, y es sólo para gente metalera. No extrañé haber obviado Larcomar (salvo una rápida pasada por Hooters a pedido de la producción) ni haber ignorado los usuales points de la Calle de las Pizzas, sobre los que se ha hablado hasta el hartazgo en todos los medios.
Ahora bien, la pregunta usual: ¿Qué hueco prefieren ustedes para pasar una noche de juerga miraflorina?... Quizás me anime a hacer un segundo reportaje sobre el tema.