domingo, mayo 21, 2006 

SI VAS PARA CHILE...

Patricia está mirándome fijamente mientras pido a las mujeres que están a su alrededor que manden saludos a sus familiares en Perú por el día de las madres. Hay algo en ella diferente a las demás y no es difícil percibirlo. Un aura especial, una dignidad que se nota en su mirada, sumada a una imagen pulcra en la sencillez de su vestimenta. Le pido que participe en el reportaje y accede con gusto.
En unos cuántos minutos, esta mujer que llevaba apenas ocho semanas en Santiago de Chile revive el recuerdo de sus dos pequeñas hijas, a las que dejó en Lima por un mejor porvenir. Es madre soltera, me cuenta, y había estudiado Contabilidad en un instituto con el sueño de progresar navegando entre las cuentas y los números de alguna compañía grande, como lo hizo una prima suya, que hasta compró un carro hace algunos meses.
Sin embargo, su camino fue difícil. La pobre se cansó de buscar trabajo, de hacer colas con su file de manila en la mano y de encontrar como única opción, puestos de vendedora callejera de chucherías como calculadoras de mesa o lámparas de escritorio.
Su hija mayor tiene cinco años y pronto entrará a la primaria. ¿Qué podría ella hacer para asegurar por lo menos que la niña ingrese a un colegio particular y no al bodrio de la educación estatal?.. Pensando y pensando, Patricia llegó a la conclusión de que no había mejor camino que trabajar como empleada doméstica en Santiago de Chile.
Cuando la conocí no le importó que las compañeras del Instituto pudieran verla por tele, oronda y sonriente contando que lavaría platos y usaría delantal en lugar de llevar cuentas y trabajar frente a una computadora. Será solo por un año, afirmaba altiva y orgullosa, un año, tras el cual, volvería con sus ahorros para comenzar un pequeño negocio que asegure una mejor educación para sus pequeñas.
Me cuenta que tuvo suerte, que luego de hospedarse en una casa de alojamiento administrada por monjas católicas, fue contratada por una joven pareja con un bebé de seis meses. Una hora más tarde, cuando terminaba mi recorrido por la consabida casa de alojamiento, Fresia, la monja directora se me acerca y consciente del impacto publicitario que le daría mi reportaje, me avisa que los nuevos empleadores de Patricia acababan de llegar para llevarla por fin a su nuevo trabajo.
Y ahí está Nicole, frente a mi cámara. Rubia y sonriente, no pasa de los 32 años y está orgullosa de llevarse a la mejor del grupo de inmigrantes peruanas alojadas en casa de Fresia. No le costó mucho decidir: ¿Donde podría encontrar a una profesional que le hiciera el trabajo doméstico?...-"Además ambas somos madres, nos entendemos"- agregó la nueva empleadora mientras guiaba a Patricia a una Camioneta 4x4 del año, donde al volante esperaba el esposo, tan joven como ella y quien pidió a Patricia subir al asiento delantero.
A unos cuántos metros de la escena, en plena calle, un grupo de desempleados peruanos, se esmeraba en aclarar a gritos que esa sólo era una pose para la cámara, que en unos cuántos días, este supuesto "happy end" se convertiría en la pesadilla que la mayoría de inmigrantes peruanos vive en hogares chilenos, a causa de la discriminación reinante -según dicen- en casi todos los hogares del sur que contratan a nuestros connacionales. -¿Entonces porque insisten en buscar trabajo en este país, si la pasan tan mal?. "Qué nos queda", replica uno con pinta de cantante de reggaetón, es la culpa de los gobiernos, no hay trabajo en el Perú.
El sesenta por ciento de los inmigrantes peruanos en Chile son mujeres dedicadas al trabajo doméstico, llamadas por allá nanas peruanas . No es difícil conseguir una visa de trabajo en este país. Tan sólo basta mostrar un contrato simple de trabajo y la licencia está lista. Si a esto le agregamos la facilidad de ingresar al país del sur tan sólo con el DNI, comprenderemos entonces por qué es ésta la mejor opción para muchos desempleados y desempleadas.
Es triste ver como profesionales técnicos y hasta gente con estudios universitarios (según estadísticas de la hermana Fresia) están dispuestos a trabajar en empleos domésticos, con salarios de hasta 400 dólares mensuales contra los 600 soles o menos que podrían ganar si consiguen con mucha suerte algún puesto de vendedor.
Sin embargo, existe otro tipo de inmigrante que ensobrece la imagen que los chilenos tienen de nuestros compatriotas. Aquellos que parecieran haber salido de alguna pandilla, los que cada fin de semana se emborrachan hasta límites insospechados en los bares para peruanos ubicados cerca de la Catedral de Santiago. Para cualquiera: chileno, peruano o chino, resulta peligroso transitar de noche por el punto de reunión de estos personajes que suelen robar carteras o arrancar celulares de los bolsillos. Y esos son, precisamente, los que se quejan más de la discriminación. Son ellos los que jamás consiguen trabajo, son ellos los que creen que los únicos culpables de todas sus desdichas son los políticos y aseguran que la delincuencia es sólo una actitud justificada ante la desgracia de haber nacido en un país sin oportunidades. ¿Acaso las mujeres inmigrantes se sientan a esperar que el trabajo les caiga del cielo?. No, en este grupo, ellas demuestran más empuje, más intención, acuden a capacitaciones, no sólo se sientan a lamentar su situación. Aquí no hay que hacer mucho análisis de género para llegar a la conclusión de que la fuerza motor de estos inmigrantes la llevan las mujeres.
¿Discriminación?, la hay, pero no en la medida en la que la pintan quienes en el Perú alimentan el odio contra Chile. Además es bueno reflexionar sobre el origen de esta actitud de los vecinos del sur: No sólo cuentan los estúpidos odios históricos, sino también una reacción frente a la conducta de aquellos inmigrantes que no luchan, sino vegetan esperando ante todo lo fácil, pues de ética y valores, no han aprendido jamás, ni les interesa hacerlo. Como cereza del pastel tenemos además la presencia del prófugo y corrupto Fujimori que, aunque japonés cuando le conviene, representa la imagen del político peruano, un sujeto que a expensas de las autoridades chilenas, puede pasear por Santiago hasta que termine su proceso de extradición.

martes, mayo 09, 2006 

In Memorian

No puedo dejar de sentirme acongojada por la noticia del deceso de Andres Kishimoto, a quien no tuve el honor de conocer, pero cuya desaparición ha conmovido la movida blogger peruana. Jamás he pasado por un periodo depresivo, no se que es desear la muerte, no puedo juzgar, sólo me queda desear que espero que la esté pasando mejor, donde quiere que esté.

Vero ha publicado una linda crónica respecto a esta lamentable noticia y se refiere a ese punzante sentimiento que tenemos todos cuando alguien cercano decide acabar con su vida, esa sensación que queda ante lo irremediable: "quizás pude hacer algo". Aquí transcribo el comentario que hice al post que ella escribió:

Si, es verdad, a uno le queda esa sensación de que pudiste hacer algo que pudiera haber evitado el desenlace. Me pasó con un amigo de la universidad que tomó la misma decisión. Al final te das cuenta que es cada ser humano quien decide su propia vida, te das cuenta que cada individuo maneja su propia fuerza interior y le da la dirección que según su opinión, resulta la más adecuada. Las religiones enseñan a los hombres a creer que la vida es un regalo ajeno, que no puedes disponer de ella. Estas creencias parten del instinto natural de preservación de la especie, pero ya ves, todos los dogmas se deshacen y al final los hechos demuestran que cada uno resulta el dios de uno mismo.
Soy de esas personas que intenta entender (esto no significa juzgar o justificar) las motivaciones detras de las conductas radicales. Sin embargo, en el caso del suicidio, siempre me quedo en el camino. Me declaro ignorante en materia de depresión, porque no la he vivido. Quisiera entender, pero no puedo.

 

APUNTES DE MI ENCUENTRO CON YMA SUMAC


A inicios de los años cuarenta no habían combis que destrozaran las calles de Lima, los tímpanos de los peatones o la paciencia de los demás choferes. Lima era mucho más chica en población, Villa El Salvador no existía y sólo dos radios ponían música folclórica. En una de ellas se lucía un joven locutor ayacuchano llamado Moisés Vivanco.

Un buen día llegó hasta su cabina una chiquilla de 18 años que acababa de ganar un concurso de canto en Cajamarca. Su nombre era Zoila, pero su mirada verde y felina, sumada a la frescura de su voz inspiró a Vivanco un piropo en quechua que poco tiempo después se convirtió en su nombre artístico: Yma Súmac, o dicho en la lengua de los conquistadores: Qué bella. Vivanco no era un santo, sino más bien un vivo de esos que vio en la muchacha un diamante en bruto, o más bien, el dulce manjar que llenaría su vida de belleza y de dinero, su entonces flácida billetera. Acababa de crear la Compañía Peruana de Arte, reuniendo a un grupo de bailarines y músicos, pero necesitaba una estrella, un plus para destacar en el mundo de la música andina. Por eso se dio tiempo para una labia feroz que permitió convencer a los padres de la entonces menor de edad (recuerden que antes la ciudadanía se obtenía a los 21) de la conveniencia de llevarla a una gira en Argentina, donde hizo su debut internacional en los estudios de Radio Belgrano.

Recuerda Yma que en aquel primer viaje la acompañó su hermano mayor, pero después las cosas cambiaron: La muchacha se deslumbró ante el sujeto que le mostraba el mundo y una fama incipiente. Se casaron cuando ella estaba por cumplir veinte años y poco después volaron juntos a los Estados Unidos. Desde entonces, de la mano de Vivanco comienza la historia de éxito del mayor fenómeno artístico, de la única diva que ha parido esta tierra.

De aquella época he recogido el recuerdo de más de un músico peruano que lejos de ver a Vivanco como un visionario que compuso música de fusión, lo tildaron de loco. Abandonó el folclore para adaptar la música del ande al registro de su musa. Combinó Mambo con Jazz y Huayno. Eso, a los compositores e intérpretes de la época les cayó como chicharrón de sebo.

Los inicios en el norte no fueron fáciles. Los primeros conciertos no dieron la estabilidad suficiente a la pareja. La visa de artista se venció y Vivanco tuvo que vender pescado para mantener a su mujer. Sin embargo, la encantadora voz de la diva hipnotizó a los gringos con magia más poderosa que la del flautista de Hammelin. El hechizo logró que se le viera después lanzando pucheros de impotencia en la TV norteamericana ante la tensa espera por un mar de papeles que decidirían la permanencia legal de la pareja. Eso bastó para que las autoridades le dieran por fin la Green Card.

Los contratos llovieron. La exótica princesa andina apareció en Broadway y en la que dicen, fue la cinta precursora e inspiradora de la saga de Indiana Jones, un bodrio llamado "Secret of the Incas", con el entonces guapísimo Charlton Heston en el papel estelar. Luego vino Omar Khayyam, que le valió a Yma, la única estrella que un peruano ha tenido en el paseo de la fama de Hollywood.

Yma Sumac deslumbraba a todo el mundo, pero dentro de su alma crecía una mancha negra, un abismo de insatisfacciones. Mientras príncipes y actores le rendían devota pleitesía, ella debía soportar los devaneos del manager y marido. Primero fue con una bailarina folclórica que da nombre a una conocida academia de danzas, una mujer que regresó volando de los Estados Unidos tras un escándalo del tamaño del Hollywood Bowl. Otra aventura conocida fue la del compositor con su secretaria personal, que según chismes de la época, tuvo como consecuencia a dos rollizos gemelos, cuya aparición en el mundo desató un lío de padre y señor mío transmitido en directo por los gringos con tirones de cabello y jaloneo incluidos (1). "Divorcio en directo", lo llamó la televisión francesa, que entonces repitió en las pantallas el escandalete al más puro estilo Reality Show. Sólo faltaba Jerry Springer... ¿o quizás Laura Bozzo?.

El divorcio firme fue en 1959, pero la pareja se vuelve a casar en 1960, para no agravar líos de impuestos, líos gordos con el fisco norteamericano que sólo pudieron ser resueltos con la sociedad conyugal unida y tras intensas giras por el mundo, incluyendo una de varios meses a la URSS, donde se Nikita Kruschev quedó rendido a los pies de la mujer que ostentaba una voz que era capaz de progresar sin problema del registro de barítono al de soprano.

Una vez resuelto el juicio fiscal, Yma se separa definitivamente de su mentor comienza a trabajar con un productor norteamericano. Sin ánimo de justificar la infidelidad, no puedo obviar un detalle en el comportamiento de la diva. Consciente de su prodigiosa voz, llegó a cuidarla al extremo de considerar el sexo como algo nocivo y perjudicial antes y después de sus presentaciones. Ella misma lo confesó en la entrevista que le hice. Si tenemos en cuenta que las giras eran intensas y las presentaciones, muy frecuentes, podremos imaginar que la vida íntima del matrimonio Vivanco- Chávarry no era la mejor. Al final, eso sólo les concernía a ellos, aunque los datos nos acercan al perfil de este fascinante personaje, de esta leyenda viva de 84 años que no deja de destilar resentimiento con el género masculino cuando una mujer, como yo, le pregunta sobre la intensidad de sus años mozos.

Ella se jacta de haber rechazado hasta al más pintado galán de la época, dice que inspiraba miedo y que sólo los muy audaces o los muy locos se atrevían a seducirla. Claro está el registro que Mario Vargas Llosa hace de una de las tantas anécdotas de la época. En La Fiesta del Chivo, el escritor describe como Rafael Leonidas Trujillo se vio obligado a presentar excusas tras el impertinente comportamiento de su hermano José Arismendi, conocido como Petán. Este sujeto administraba la radio nacional de República Dominicana y además de contratar a las más grandes cantantes de la época, quería que todas pasaran obligadamente por su cama. La proposición le costó un rechazo instantáneo de parte de Yma, quien se quejó de inmediato con el cónsul norteamericano, pues para entonces la cantante ostentaba pasaporte gringo. Vargas Llosa sugiere que sino fuera por las satisfacciones oficiales, Trujillo hubiera ganado un impasse diplomático con los Estados Unidos.

Octogenaria y simpática, Yma Sumac se ha convertido en una leyenda viva. No es difícil imaginarla en sus 30 haciendo vibrar los más grandes escenarios mundiales. Se ha sometido a un olvido que según Fernando Vivas, no responde a los achaques sino a la actitud voluntaria de quien se cree mito viviente. Cuando le pregunté sobre su canción favorita, ella consultó a su manager, luego respondió: Chuncho... aquella en la que demuestra que su voz puede, o más bien, podía, transitar desde los tonos más graves, al contra alto de los pajaritos silvestres, añadiendo después un extraño sonido similar al de un maravilloso y exótico trino. No el trino de una ave, sino el de una bandada. Quienes han escuchado el tema, saben de qué hablo.

Frente a la prensa peruana, Yma Sumac diva aseguró estar aún en giras continuas y prometió quedarse en el país luego de que termine un contrato en Europa. Ni ella, ni Alan Eichler, el manager, nos supieron dar detalles del supuesto contrato. Creo que la princesa del Secreto de los Incas vive aún atrapada en una nube, rodeada de marquesinas, viviendo una fantasía a la que tiene derecho tras dar todo de si con esa voz maravillosa y esa música que tiene plena vigencia y que cada vez encanta más a las nuevas generaciones.

¡Que viva la diva!... Y si alguien tiene el "Miracles" de 1971, grabado bajo el sello de London Records, pase la voz. Maravillosa grabación con matices de la psicodelia de la época. ¡Rock con voz de Yma Sumac!, simplemente sensacional.
Foto: www.yma-sumac.com Cortesía: Damon Devine, asistente personal de Yma Sumac.









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