SE VIENEN MIS NOCHES DE GALA

Creo que lo supe desde siempre: ponerle el nombre a mi hija o hijo iba a ser difícil, sobre todo porque siempre pensé que el nombre determina muchas cosas. Es algo que generalmente se lleva por toda la vida, por lo menos en este país donde se acepta el cambio, sólo a criterio de un juez civil y por razones de fuerza mayor.
Hace como dos meses, la médico que me practicó la ecografía señaló que era una niña la criatura que llevaba en el vientre, pero que su seguridad no era absoluta, por lo cual no definiría el sexo en su informe oficial. El 10 de Setiembre el hecho fue confirmado y entonces ya no había que jugar a los nombres, mi adorado y yo teníamos que definirlos, así de simple.
Desde hace dos meses él apuesta por Camila. Por mi parte, desde hace varios años había pensado en nombres mucho menos frecuentes en el Perú como Macarena o Morgana, el primero por el personaje de una novela de Arturo Pérez Reverte y el segundo, por la famosa hermana mala del Rey Arturo. Sin embargo, a mi consorte no le convencieron. Como la nena se hizo de a dos, había entonces que negociar, en este caso, buscar algún otro que nos satisfaga a ambos.
Una noche de inspiración me acordé de Gala, la esposa-musa de Salvador Dalí, mi pintor preferido desde que tengo uso de razón. Me acordé de esas lindas tardes, disfrutando hasta en el baño de las ilustraciones de la Revista Diners Club que mi padre llevaba a casa y que en frecuentes ocasiones tenían como portada alguna pintura del artista español. Recordé el día en que mi padre me explicó que eso se llamaba Surrealismo y cómo desde entonces me declaré surrealista y cómo desde entonces pintaba "surrealismo" en lugar de las comunes casitas con el arbolito al lado y el sol brillante, que preferían mis compañeritos de la primaria. Yo en cambio prefería relojes derretidos, humanos con cuerpos de cajones, esferas que flotan y mil cosas que alimentaban mis sueños y fantasías. Declaré a Dalí como mi inspirador natural y entonces pensé que Gala, además de sonar bonito, era un nombre perfecto que estaba en un nivel superior en esta suerte de efecto fantástico que provoca el arte en el ser humano. Era Gala quien había inspirado al propio inspirador.
Aquí algunas palabras del artista respecto a su musa:
Hace como dos meses, la médico que me practicó la ecografía señaló que era una niña la criatura que llevaba en el vientre, pero que su seguridad no era absoluta, por lo cual no definiría el sexo en su informe oficial. El 10 de Setiembre el hecho fue confirmado y entonces ya no había que jugar a los nombres, mi adorado y yo teníamos que definirlos, así de simple.
Desde hace dos meses él apuesta por Camila. Por mi parte, desde hace varios años había pensado en nombres mucho menos frecuentes en el Perú como Macarena o Morgana, el primero por el personaje de una novela de Arturo Pérez Reverte y el segundo, por la famosa hermana mala del Rey Arturo. Sin embargo, a mi consorte no le convencieron. Como la nena se hizo de a dos, había entonces que negociar, en este caso, buscar algún otro que nos satisfaga a ambos.
Una noche de inspiración me acordé de Gala, la esposa-musa de Salvador Dalí, mi pintor preferido desde que tengo uso de razón. Me acordé de esas lindas tardes, disfrutando hasta en el baño de las ilustraciones de la Revista Diners Club que mi padre llevaba a casa y que en frecuentes ocasiones tenían como portada alguna pintura del artista español. Recordé el día en que mi padre me explicó que eso se llamaba Surrealismo y cómo desde entonces me declaré surrealista y cómo desde entonces pintaba "surrealismo" en lugar de las comunes casitas con el arbolito al lado y el sol brillante, que preferían mis compañeritos de la primaria. Yo en cambio prefería relojes derretidos, humanos con cuerpos de cajones, esferas que flotan y mil cosas que alimentaban mis sueños y fantasías. Declaré a Dalí como mi inspirador natural y entonces pensé que Gala, además de sonar bonito, era un nombre perfecto que estaba en un nivel superior en esta suerte de efecto fantástico que provoca el arte en el ser humano. Era Gala quien había inspirado al propio inspirador.
Aquí algunas palabras del artista respecto a su musa:
"Llamo a mi esposa: Gala, Galuchka, Gradiva (porque ha sido mi Gradiva); Oliva (por el óvalo de su rostro y el color de su piel); Oliveta, diminutivo catalán de oliva (aceituna); y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Suliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También la llamo Lionette, porque ruge, cuando se enoja, como el león de la Metro-Goldwyn-Mayer; Ardilla, Tapir, Pequeño Negus (porque se parece a un animado animalito selvático); Abeja (porque descubre y me trae todas las esencias que se convierten en la miel de mi pensamiento en la atareada colmena de mi cerebro). Me trajo el raro libro de magia que debía nutrir mi magia, el documento histórico que probaba irrefutablemente mi tesis cuando estaba en proceso de elaboración, la imagen paranoica que mi subconsciente deseaba, la fotografía de una pintura desconocida destinada a revelar un nuevo enigma estético, el consejo que iba a salvar del romanticismo una de mis imágenes demasiado subjetivas. También llamo a Gala Noisette Poilue-Avellana Vellosa (a causa del finísimo vello que cubre la avellana de sus mejillas); y también «campana de piel» (porque lee para mí en voz alta durante las largas sesiones de mi pintura, produciendo un murmullo como de campana de piel, gracias al cual aprendo todas las cosas que, sin ella, no llegaría a saber nunca)."
La esposa de Dalí era rusa y su nombre real era Elena. Gala es el nombre místico, el personaje. El nombre significa: "nacida en territorio Galo (Francia)" es hermoso y simple, además de calzar perfecto con el que escogió su padre. Tras la negociación mi pequeña se llamara Gala Camila, suena lindo, no?
Etiquetas: vida intensa