JIRÓN DE LA UNIÓN: CATÁLOGO DE PERUANIDAD

Alonso, el camarógrafo, y yo estábamos listos para la deliciosa aventura de caminar por el jirón de la Unión tres días y dos noches (suena a reserva hotelera). Dos días antes había insistido en el tema de hacer una crónica sobre la popular calle aprovechando la racha de éxito (en rating) de mis dos crónicas urbanas anteriores. De vez en cuando la rutina lleva a pensar que los temas se van acabando, pero cada vez que ese pensamiento peregrino asoma, recuerdo siempre que lo más importante es presentar un nuevo punto de vista, o una percepción personal y novedosa, aunque sea de un tema tratado millones de veces.
-¿Por donde quieres comenzar?, ¿Por Palacio o por la Plaza San Martín?, suena la voz atiplada de Giovanni, el chofer, en medio del tráfico de la Plaza Grau.
Respondo de inmediato y en unos cuántos minutos, Giovanni inicia la jornada con la frescura de parquear en el área de estacionamiento del Hotel Bolívar. Antes de decidir si esta sería la mejor opción, un enternado vigilante del hotel se aproxima…Uy, ya nos saca!, dije. Sin embargo, cuando estaba delante de la camioneta, sonríe y pregunta:
-Señorita Mónica: ¿Va a venir alguna manifestación por acá?, digo, para estar avisados, la gente de Ollanta es medio revoltosa…
Dos ventajas: Me ubicaba de la TV y estaba de buen humor. De pronto, me doy cuenta que estoy además frente a uno de los símbolos del pasado glorioso del jirón de la Unión, aquel edificio portentoso, estilo Art Deco, construido para alojar a las celebridades que vendrían a visitar el país con motivo del centenario de la independencia... Entonces se prendió el foquito:
-No señor, sólo estamos realizando una crónica del Jirón de la Unión y queremos comenzar grabando el Hotel Bolívar, ¿con quién tenemos que hablar?.
-Con todo gusto señorita Mónica, inmediatamente la comunico.
Así comenzó mi gira curiosa. Cuadra 10 del jirón de la Unión y nosotros grabando el panorama de la Plaza San Martín, que podía captarse desde el famoso "balcón de las promesas" de la suite presidencial del hotel. El mismo balcón que alguna vez Alan García, Alejandro Toledo, Ricardo Belmont y Carlos Manrique usaron para lucirse o para decirle a centenares de almas que harían lo indecible por ellas, que mejorarían Lima o que pagarían el dinero confiado. "El balcón de las promesas incumplidas", corregiría luego el Gerente del Hotel.
Al costado del Bolívar, el flamante Bolivarcito, pequeño bar que se precia de preparar el mejor Pisco Sour del centro de Lima. Un sorbo de un "Catedral" o Pisco Sour XXL, nos dejó listos y animados para el respectivo jironeo por las losetas aurinegras del paseo peatonal.
Abrir los ojos: el gran secreto. Mirar alrededor y encontrar los personajes. De pronto, a la entrada de la otrora famosa galería La Gran Vía, estaba un sujeto delgadísimo que sujetaba un balde con agua helada, en el que flotaban unas cuantas gaseosas "de a sol". Llevaba una túnica color marfil y había nacido en Nueva Delhi.
Se llamaba Raju, llegó al Perú como aventurero y nos contó que alguna vez tuvo 11 tiendas, seis de ellas en el Jirón de la Unión, pero que perdió todo apostando en los casinos y consumiendo cocaína. El Banco de Crédito remató una a una las propiedades que hipotecó para comprar más drogas y pasar noches enteras en "Maria Angola". Intentó e intenta aún rehabilitarse para recuperar a la esposa y dos hijos peruanos, lo único bueno que le ha quedado tras aquella vida licenciosa. Me mira y no parece un hombre atormentado. Me simpatiza, porque parecemos del mismo equipo: a pesar de los tiempos malos sonríe, pero la procesión la lleva por dentro y las penas las somatiza: en sus tiempos de gloria pesaba 88 kilogramos, hoy su cuerpo se pierde en la túnica.
María Jacinta nos está mirando, mientras hacemos las tomas finales a Raju. Dice que lee cartas, que Dios le ha dado ese don. Cuenta que era cocinera en el Templo de las Nazarenas antes de descubrir su destino de cartomántica. Entonces Alonso le pide pruebas de sus habilidades. Sobre una de las papeleras del Jirón de la Unión María Jacinta me pide una pregunta: Le digo ¿Voy a viajar o no? (es un decir, nada más: los periodistas viajamos constantemente). Ella arruga la frente, cierra los ojos y predice:
-Vas a ir a la frontera: Chile... no, Tacna, si a Tacna te vas a ir, eso es lo que veo.
Minutos después María Jacinta "predecía" el triunfo de Toledo para los próximos comicios. De nada nos valió explicarle que Alejandro Toledo era el actual Presidente y que no estaba postulando para las elecciones, ella seguía en sus trece: que Toledo, que esa era la revelación que había recibido....Cada loco con su tema dije entonces, pero lo más curioso fue llegar a la oficina por la noche y encontrarme con mi Productor Ejecutivo diciendo: Mónica, te vas a Tacna este domingo, ida y vuelta... ¿Qué cosa? le dije turbada, mientras pensaba en esa vieja frase que dice que "Dios escribe en renglones torcidos"... puede ser, cada día me convenzo más que al mundo no hay que encontrarle lógica.
Mañana, la segunda parte de esta historia detrás de la historia.