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martes, octubre 10, 2006 

LONDON ADVENTURE III: NADANDO EN LA PECERA

Cuando intentaba escoger las fotos que debían ilustrar este post, recordé su voz repitiendo insistentemente que no debía tomar fotos periodísticas, sino placas de las que "normalmente tomaría un turista cualquiera". Pero eso me deja la ansiedad de no tener en mi colección un recuerdo gráfico de la bulliciosa estación del tren o del mundillo especial del metro londinense. Y es que en realidad había decidido dejarme llevar, pues este viaje de vacaciones respondía principalmente a la necesidad de explorar un universo maravilloso: él. Pero de él no trata esta crónica, sino de mi necesidad de compartir mi punto de vista respecto a esta variopinta metrópoli.

FOTO 1:
Sonreír en el tren: Actividad exclusivamente turística en este país de 60 millones de habitantes. Todos los vagones llevan rostros cansados, individuos concentrados en los chismes de The Sun, los párrafos de un libro sobre autoayuda e incluso los versículos del Corán. Me encanta escuchar a quienes conversan en African, Dutch o German. El sonido de los acentos me atrapa tanto como la visión del mestizaje encarnado: No es la chica asiática de ojos verdes que parece mirar al infinito, tampoco el gordito de aspecto árabe que habla un inglés bastante británico.. Es un chico afro y su esposa rubia junto a dos hermosas criaturas que con gracia y sonrisas gratuitas alteran este orden de extraños que se ignoran. Ahora somos tres quienes sonreímos y ya no me siento sola.

Los pasillos de la estación del Metro hierven, la gente suda y transita apurada. Sino fuera por él, estaría perdida en las múltiples conexiones. Siempre es lo mismo. Confieso que necesitaría un mes para aprenderme el mapa, es cierto, mi sentido de orientación nunca fue bueno.

Por alguna razón espero que en medio de esta muchedumbre alguien hable español. El espíritu de Londres me concede el deseo y camino al espectacular Tate Museum, donde me esperaba, quietecito, un afiche de Kandinsky en la tienda de souvenirs, un niño cruza mi camino en una de las escaleras eléctricas del subway.

"Pablito"- grita la madre con un colombianísimo acento- "Ten cuidado por favor".

Ten cuidado Pablito - "repito con latino entusiasmo, "escucha a tu madre".

La madre, por supuesto, no se sorprende de nada y sigue su camino sin siquiera mirarme.



FOTO 2:

Los últimos rayos de sol del verano inglés le dan una interesante claridad a este recuerdo del llamado "Wobbly Bridge", (puente tembloroso) un puente peatonal sobre el Támesis, que conecta la zona bancaria con la ciudad. Otra vez el paisaje colorido de inmigrantes llama mi atención: Desde el negro de las burkas talibanes que esconden mujeres anónimas a las que no les importa el calor de 30 grados; hasta el verde fosforescente pintado en el cabello de un polaco que conserva la tradición punk de los 80´s y que compra ropa en una de las tiendas del mercado de Camden Town. Sin embargo, mientras la Londres de Sherlock Holmes se vuelve más polícroma, los arios flemáticos exigen a su gobierno más restricciones para la inmigración ilegal.

Una noticia en el Independent me pone triste y furiosa: La policía estaba investigando un terrible caso de tráfico de menores africanos a partir del hallazgo del torax de un niño de 12 años, que había llegado a Londres como ilegal. El cadáver había sido encontrado en el río Támesis, en las mismas aguas transparentes que yo acababa de ver y a las que había atribuido un encanto especial. Me pareció increíble además, que los redactores del Independent recordaran lo fácil que podía ser que los menores africanos ingresaran a Inglaterra. Unas semanas antes Scottland Yard había jurado que un grupo de inmigrantes musulmanes preparaba un plan para derribar aviones que se dirigieran a los Estados Unidos. Con todo esto, ser de un color diferente se está convirtiendo en un problema, salvo para quienes comienzan a encontrar utilidad a la mano de obra barata. No estamos en los Estados Unidos y el control del empleo ilegal es mucho más férreo. Sin embargo, basta ser de la Commonwealth o de la Unión Europea para poder entrar a Inglaterra sin visa y gozar de los beneficios de un gobierno que, por ejemplo, da el apoyo social soñado a la madre soltera menesterosa que jamás comió tres veces al día en su país de origen.

Londres parece entonces una pecera con miles de especies nadando a velocidades distintas. Bucear parece maravilloso, pero tras una semana de museos y recorridos, la cosa se reduce a la materia prima de mis recuerdos. Algo en mi alma dice que mi ánimo cambiaría si decido algún día convertirme en un pez más. El sólo pensarlo me da escalofríos.




Mejor quédate en esta poza que es Lima... total, tiene su encanto, no?

me gustó!
hay lugares donde esa mezcla de colores, acentos y comstubres... atrapa a uno.
(me cuentas más en la reunión del Cap. Ubuntu)

oe porque me dicen capitaaaaaaaaaaan
tan buenas las fotos

el publico pide mas mas mas mas

Alfredito, tú estás capitaneando el barco de hambrientos bloggers que llegarán a la preciada Isla de Don Tito, donde nos esperan decenas de aves rostizadas en peruanísimo estilo. ¡¡¡Qué rico!!!.

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